Cañete Siempre

marzo 6, 2007

Mario «Galvani» Aravena, comentarista deportivo

Filed under: Uncategorized — canete @ 9:57 pm

en-radio-millaray.jpgEl día 02 de abril del año 2004 en una columna titulada “Mario Galvani se adelantó a la época de la comunicación deportiva radial” del profesor Luis Flores Olave, se relata de manera clara la génesis de la actividad que hoy no puede faltar en ninguna emisora de la provincia de Arauco: los comentarios deportivos. (LEER ACÄ)

Dice en parte esta columna:

Lejano está el tiempo en que un niño, amante del deporte y que había bautizado con el nombre de Dínamo al club de sus amores, nos deleitaba hablándonos de alineaciones de mundiales realizados en fechas en que él ni siquiera había nacido, o recordándonos las programaciones profesionales del fin de semana próximo o del siguiente.

Se pierden en el tiempo las ideas sobre selecciones, biografías de jugadores, estilos y formas de juego, tácticas que debía o emplear determinado técnico, que emanaban de un pequeño prodigio que seguramente soñaba con llegar a emular a alguien en la radio y sentir ingresar por los orificios nasales el aroma del pasto de la cancha de fútbol o el especial brillo de las luces.

Hoy, él ya es un adulto como todos nosotros, pero aún recuerdo cuando Mario “Galvani” Aravena Sáez, el niño de quién hago recuerdo, siendo un adolescente, inició en CD 158 Radio Millaray de Cañete su programa de comentarios deportivos, faltar a la verdad sería fácil y decir que fue comprendido y que todos aplaudieron su iniciativa; pero, no fue así. Tuvo muchos inconvenientes y reticencias, posiblemente porque en sus comentarios (de los que hace unos días escuchaba una grabación), muestra ideas claras y progresistas para la época.

Según recuerdo este joven llegó a la emisora a entregar un aviso deportivo, siendo invitado a leerlo personalmente, para que aquello se hiciera habitual; el traía el aviso de su club deportivo y se le daba la oportunidad de leerlo, pero la cosa cambió de manera radical cuando quiso hacer un programa con todas las de la ley, ahí comenzó el chaqueteo , la crítica mal intencionada de algún miembro del personal de la emisora; pero como dice la nota anterior , Mario “Galvani” siempre mostró sus ideas muy claras y precisas .

No recuerdo bien si fue a fines del año 1977 o principios del ´88 que; viendo las trabas que tenía para ver realizado su anhelo, Mario “Galvani” compró el espacio de las 13.00 horas e hizo allí un programa deportivo al más puro estilo de las emisoras de Santiago; pero… sólo con noticias y comentarios locales; comentarios que por lo preciso, en más de alguna oportunidad le significaron una fuerte oposición de la dirigencia local.

Anécdotas de aquel entonces existen muchas; pero hay una en particular que recuerdo con mucho cariño. Siendo Mario un joven muy alegre, y a quién le gustaba reír con las historias que le contaba Germán Salas, locutor de la emisora; sobre todo del Gerente de la misma, Don Luis Gerardo Rivas Leal, lo metimos en una oportunidad al locutorio y sin que se diera cuenta grabé su risa, esa carcajada estridente y espontánea que tenía; la misma que después usábamos como efecto de sonido cuando Germán contaba un chiste a sus auditores, él por supuesto no se enojaba, al contrario le pareció fenomenal la forma en que le sacamos la risa.
con-julio-martinez.jpgEn 1984 Mario”Galvani” Aravena se marchó de Cañete como tantos en el pasado y otros lo continúan haciendo después. ¿Qué fué de su vida? ¿Dónde estuvo? ¿Con quienes trabajó? ¿Qué hace ahora?. He aquí su propio relato, estimados amigos.

Estimado Francisco, no sabes la sorpresa que me causó encontrarme con tus artículos en Lanalhue Noticias.

Me alegra que sigas los pasos de tu hermano Luis a quién
aprovecho de enviar afectuosos saludos y agradecer la deferencia de
acordarse de este servidor en una columna escrita en Internet hace ya algún
tiempo.

Bueno, la verdad es que ha pasado bastante tiempo desde que nos vimos
por última vez y el hecho de reencontrarnos auque sea mediante el correo
electrónico me produce un sentimiento de mucha nostalgia, porque
inevitablemente surgen recuerdos de aquella época que compartimos en Radio
Millaray y que fueron mis primeras experiencias en la radiodifusión.

Respecto a mi historia. Luego de mi entretenido trabajo como reportero y
comentarista deportivo en mi querido Cañete, me fui a El Salvador en la
tercera región del país donde estuve diez años laborando en todos los
medios de comunicación existente en la división, y que pertenecían a Codelco
(radio, televisión y diario) posteriormente a fines de 1993 me vine a
Santiago a trabajar gracias a los buenos amigos y contactos que fui
cultivando en mi paso por El Salvador, especialmente Vladimiro Mímica un gran relator y excelente persona .

El primer empleo que tuve fue de reportero en radio Monumental (ex Gigante) en el programa “Goolazo”; donde me tocó soportar como jefe a Mauricio Israel; después de 2 años me llamó don Nicanor Molinare para que me integrara a su equipo del programa “Ovación” en Radio Cien; ahí tuve el honor de trabajar con dos legendarios periodistas que ya no están, Octavio Sufán Espejo y Raúl Hernán Lepé, lamentablemente ése proyecto solo duró un año; y por esas cosas del destino no pasaron 30 días cuando recibí un llamado del mismo productor de “Ovación” quien me recomendó con don Hernaní Banda para que me integrara al programa “Deporte Total” de Radio Minería; que en ese entonces, a fines del ´96 era uno de los programas mas prestigiosos y reconocidos de medio deportivo radial, con figuras de la talla de Julio Martínez (JM), Edgardo Marín, Juan Facuse, Abraham Dueñas, Carlos Alberto
Bravo, Manuel Riveros ,Enrique Valladares y otros.

Sin ninguna duda era el sueño cumplido y que yo siempre tuve desde niño.
programa-deporte-total-de-radio-mineria.jpg
Fue la etapa más bonita de mi vida en los medios de comunicación, tres años que aún tengo en mi retina y que jamás olvidaré.
Por eso es que nos afectó tanto el desenlace que tuvo la Radio Minería, la
cual inexorablemente sucumbió ante la tecnología.

Después de esos tres maravillosos años me integré a un nuevo proyecto en Radio Chilena junto a Pedro Carcuro, Mauricio Israel y Antonio Neme, proyecto que no tuvo el éxito ni los resultados esperados por las autoridades de la emisora; eso fue en el año 1999.

Hasta ahí llegó mi carrera en los medios de comunicación. Luego
de esa desafortunada experiencia y sin pecar de falsa modestia, di un paso al costado para dedicarme a otras cosas que me trajera más seguridad laboral y mejores beneficios económicos, y aquí estoy ahora llegando de unas lindas
vacaciones en mi pueblo junto a mi familia y todos mis seres queridos.

Ahora estoy trabajando en una cadena de pizzerías norteamericana Empresa líder en reparto a domicilio (Domino’s Pizza)

No puedo despedirme sin antes hacerte un comentario sobre este nuevo Cañete,
con más población, con más infraestructura, con apertura a la modernidad,
pero lamentablemente con los mismos males de siempre, la envidia, el excesivo
protagonismo personal y los ya conocidos conflictos de intereses. Males que no permiten que el deporte de mi entrañable ciudad esté a la altura del innegable progreso que se ha conseguido en los últimos años .Es todo lo
que te puedo contar, amigo.

Un abrazo fuerte de Mario Galvani.

Estimados lectores; hace pocos días recibí un e-mail de un cañetino que reside en Alemania; (del que por supuesto contaré su historia muy luego), y que en sus palabras me dice:

Querido amigo Francisco, no sabes cuanto me alegra recibir noticias de la gente de mi pueblo, que aunque estemos esparcidos por el mundo te puedo asegurar que llevamos dentro de nuestro corazón ese querido pedazo de tierra que nos vio nacer,

Esta persona a pesar del tiempo transcurrido, en sus palabras deja ver ese sentimiento genuino de atracción por su pequeño pueblo perdido en la inmensidad de este mundo, pero que donde estemos lo llevamos grabado a fuego en el corazón; tal cual y como nos lo hace sentir en esta oportunidad mi estimado amigo Mario “Galvani” Aravena.

Y ciertamente, como Mario “Galvani” lo dice al principio; estos encuentros producen nostalgia, emoción, cariño por las personas que se ha conocido; y por supuesto un enorme sentimiento tristeza por estar lejos de nuestra tierra.

Este artículo también fué publicado a través de LANALHUE NOTICIAS el día 05 de marzo del 2007

marzo 4, 2007

El Señor Maureria, y los palitos de mimbre

Filed under: Uncategorized — canete @ 10:00 pm

yoRecuerdo que entré a primer año básico en la Escuela de Hombres Nº1 de Cañete en el año 1964 con el profesor Sr. Hipólito Palacios, un hombre dotado de una gran capacidad y paciencia para enseñar a niños pequeños como éramos nosotros; su calidad pedagógica era de tal magnitud que a los pocos meses de estar con él, muchos ya sabíamos leer y desenvolvernos en el libro que usábamos para el efecto, en los números y en las actividades artísticas dentro de la sala éramos un verdadero espectáculo, con “cantantes” como Rubén Carrasco , Jorge Rivera, Dagoberto Gallardo, y por supuesto el que escribe, y todo esto era premiado con sendos jarros, no vasos ; sino Jarros de leche, que traíamos nosotros mismos desde la cocina y que eran preparados por esa gran Maestra allí , como era la señora Nena.

El señor Palacios nos enseñó que cada vez que se abriera la puerta de la sala y entrara alguna persona, debíamos, cual militares levantarnos inmediatamente de nuestra silla en señal de saludo. Entonces en una oportunidad entró el Señor Enrique Matamala, el mismísimo Director de la escuela; quién al ver nuestros reflejos en el saludo quedó completamente maravillado, razón por la cual repetía reiteradamente la entrada a la sala solamente para ver nuestra rapidez en ponernos de pie, situación que lo ponía muy contento, y nos felicitaba por ello.

Nunca he olvidado de aquel año el cuento del Pájaro Azul, con las aventuras de Tiltil y su hermana Mitil en busca del mentado pájaro y la felicidad que este proporcionaba, tampoco he olvidado las “dramatizaciones” que tratábamos de hacer de este cuento y lo divertido que era aquello.

El año realmente pasó volando, como el Pájaro Azul; y un día de diciembre nos encontramos recibiendo nuestro certificado de promoción a segundo año, algunos con nota sobresaliente; y…lamentablemente algunos fueron remitentes, me parece que fueron 2; lo que nos causó pena porque quedarían atrás. Pero bueno, la vida en todo orden de cosas es así, algunos sobresalen y otros lamentablemente quedan atrás.

En segundo año, ya no nos enseñaría el señor Palacios; sino el señor Maureria, un hombre muy serio nos pareció al principio, en contraste con lo divertido que era el señor Palacios; pero a poco andar se convirtió prácticamente en el papá de cada uno, con una dedicación personalizada se podría decir en el arte de enseñar.

Recuerdo que en ese tiempo yo llegaba todos los días atrasado, (tengo que contar la historia tal como fué) por uno u otro motivo; y el señor Maureria con ese atributo divino que se llama comprensión; decidió pasar lista después que llegaba yo, para así no tener que corregir lo ya anotado en el libro.

Aparte de reforzar lo ya enseñado por el señor Palacios en lo que se refiere a lectura, ideó un plan para enseñarnos a sumar, restar, multiplicar y dividir.

En ese tiempo (1965) ni soñar con calculadoras y artefactos parecidos; así que cada uno de nosotros tuvo que auto-proporcionarse una gran cantidad de palitos de mimbre divididos en decenas , docenas , centenas, y una gran cantidad de “enas” hasta completar mil; así que calculen el problemita para cada uno; menos para mí que alrededor de mi casa se producía mimbre en abundancia. Hasta que de repente Hugo Moreno se iluminó y gritó a todo pulmón: ¡Vamos a la casa de Flores a buscar mimbre! Y llegaron todos allá depredando casi por completo el lugar, pero todos se fueron felices porque tenían el material para trabajar en clases; además que mi mamá los atendió con agua y harina tostada, entonces más contentos se fueron.

En clases la fórmula era la siguiente : se colocaba la mesa del profesor en el centro para que todos viéramos lo que iba a suceder, los más pequeños que eran Zambrano (Champita) y Gallardo (“el gigante recortado”); ayudaban a colocar las cantidades a trabajar en montoncitos previamente indicados por el señor Maureria; después de eso él mismo se colocaba en el centro de la mesa mostrando las cantidades, y alzando la voz decía : “Acá tengo…; y le quito… ¿cuántos quedan?”; y arrojaba los que quitaba al piso; y entonces se producía algo especial…

Nosotros habíamos sido educados por el señor Palacios que cuando se le caía algo a alguien, debíamos estar prestos a recogerlo y entregarlo a quién se le había caído; por lo tanto la primera reacción nuestra era correr a recoger los palitos y devolverlos al señor Maureria; entonces el reaccionaba diciendo : Déjenlos ahí …¿cuántos quedan? ; Nosotros contestábamos…” ¡tantos!”… ¡Muy bien! decía él; y enseguida se apartaba y corríamos a recoger los palitos y se los devolvíamos.

El señor Maureria nos miraba fijamente, y sólo decía: “muchas gracias, los felicito”.

Con el sistema de los palitos aprendí a sumar, restar, multiplicar y dividir; nunca he necesitado otra cosa que no sea mi mente para hacerlo; por lo mismo hoy me da tanta rabia cuando voy a comprar a algún lugar y el cajero es un (a) joven, que necesita una calculadora para sumar 1800 más 1200, por ejemplo; entonces pienso: “que falta hicieron los palitos de mimbre en su escuela”.

El señor Maureria nos revisaba las tareas en forma personal a cada uno; de uno en uno; no había forma de evitarlo; formaba parte de si mismo aquello; y todos los días lo hacía; todas las tareas eran revisadas de uno por uno; nunca he podido explicarme de donde sacaba tanto tiempo para hacerlo. ¿Lo harán así hoy los profesores? No lo creo.

Pasamos a tercer año con el señor Maureria y estábamos progresando mucho más en el arte de leer, escribir sin faltas de ortografía, en comprensión de lectura, y por supuesto seguíamos trabajando con los palitos; hasta que un día, que no recuerdo cuál fue…

…llegamos a clases, y el señor Maureria no llegó; y vino el señor Matamala, el mismísimo Director de la escuela, venía con otro de los profesores quién se iba a quedar con nosotros por unas horas; EL SEÑOR MAURERIA SE HABIA MARCHADO A CONCEPCIÓN desde donde nunca más volvió.

Nos envolvió una tremenda pena que nos dieron ganas de llorar a todos, y lo peor fue que nos convertimos en un curso paria de la escuela; no teníamos profesor; los que venían lo hacían por un par de horas que les pagaban extras; no tenían interés en nosotros más allá del dinero que les reportaba estar algún tiempo en nuestra sala.

Y así pasaron un par de meses del año 1966, del curso tercer año “B” en que estuvimos sin profesor de planta; hasta que un día, llegó un joven moreno, bajo, muy serio, le gustaba pasearse con las manos tomadas por detrás; nos miró fijamente a cada uno como estudiándonos; nosotros a él también ; y nos dijo : “me llamo Valentín Rocha Molina y desde ahora soy su profesor; las cosas a mí me gustan claritas , al revés y al derecho; igual que las tablas, al revés y al derecho”.

(A propósito, nunca supe cuál era el nombre del señor Maureria, pero, al cabo de los años le recuerdo con mucho cariño y estimación, respeto y admiración, y las cuentas con palitos de mimbre, nunca las he olvidado).

Y entonces el señor Rocha comenzó a…; pero bueno, ese es tema para otro post.

febrero 17, 2007

¿Qué es lo nuestro?

Filed under: Uncategorized — canete @ 12:58 am

La pregunta no deja de ser interesante , porque analizar realmente qué es lo nuestro no es tarea fácil; pero atendiendo a los tiempos que corren y dado la mecanización de las relaciones humanas a todo nivel, prácticamente no hay tiempo para detenerse a disfrutar aquello que es verdaderamente nuestro.

Los jóvenes hoy por hoy todo lo tratan a través del celular y el correo electrónico; personalmente he visto a mi hijo conversar en forma simultánea con más de 5 personas, aparte de las otras actividades que está realizando a través del computador, ciertamente sus intereses son diferentes a los míos,

Vivimos una época de frialdad absoluta en lo que a relaciones humanas se refiere, por cuanto no hay interés en los jóvenes por reunirse en torno a una mesa familiar, por ejemplo, y disfrutar de una distendida conversación.

Pero vamos a los que nos convoca en esta oportunidad.

¿Qué es lo nuestro? Recuerdo que mis profesores de la Escuela nº1 de Cañete cuando hacían clases pusieron mucho énfasis en que recordara siempre el legado de mis antepasados , fueran estos mi abuelos , mis padres, mis profesores , mis amigos , las calles de mi pueblo, mi casa por humilde que fuera, en fin; todo cuanto en aquel momento era presente; porque decían que con el tiempo aquello sería mi pasado y se convertiría en lo más preciado de mi vida.

Entonces ¿qué es lo nuestro? Mío y de mis hermanos. Es el legado y los recuerdos de nuestro padre arreando los bueyes y la carreta con carbón, ya sea bajando de los cerros de Butamalal, o bien desde las lomas de Tucapel Alto con leña de roble para vender en Cañete. También mío es el recuerdo de mi padre por las noches al calor de un fogón tocando la guitarra y cantando canciones del folklore chileno y mexicano.

¿Qué es lo nuestro? Mío y de mis hermanos; es el recuerdo de nuestra madre lavando ropa ajena en el estero El Carmen para hacer mas placentera la vida familiar colmada de necesidades, pero que con esfuerzo y sacrificio se podía dar la batalla por la vida.

¿Qué es lo nuestro? Mío y de mis amigos de la calle Esmeralda; es el recuerdo de todas las “pichangas” en donde nos divertíamos, gozábamos de la vida joven y muchas veces planificando entre todos lo que podríamos llegar a ser en el futuro. Allí están en esos recuerdos hermosos Víctor Garcés y sus hermanos , los hermanos Riquelme, hijos de Don Adán (Olegario , Mario y Rosamel) ; los Zúñiga (Esteban y Víctor), los Retamal , Don Nano Díaz y sus hijos Santiago y Pedro; también los Olave (Mario y Ambrosio “Pocho”); también “Godo” Esperguel (con quién me disputaba el puesto de arquero) en fin; todos ellos, y muchos más forman el cuadro del equipo de fútbol de mi barrio; ese pichanguero y bullicioso que hace sonreír al añorar tantos goles y la misma cantidad de “ alegatos” cuando considerábamos que éramos perjudicados con alguna jugada.

¿Qué es lo nuestro? Mío y de mis compañeros de curso en la escuela; es el recuerdo de las idas al Fuerte Tucapel a hacer estudios de historia en terreno, de lo que el resto del país se tenía que imaginar; también es el recuerdo de las reuniones boxeriles auspiciadas por el Sr. Rocha, y los jarros de leche preparados por la Señora Nena en la cocina. También nuestras son las tardes que íbamos a la loma Sánchez a escuchar los relatos del mismo profesor Rocha para los trabajos de comprensión de lectura; y también son nuestras las horas que nos pasábamos tratando de descifrar, algunos; las operaciones de álgebra del Sr. Luis Faúndez, y que entre número y signos nos hacía escuchar los versos que escribía.

Nuestro es el recuerdo de los días martes en que el auxiliar “Sotito” nos llevaba al dentista al Hospital; por turno, según fueran las necesidades, y los deseos de “capear” clases muchas veces , también nuestras eran “las botellitas” que traían la anestesia y que el dentista el Sr. Gallardo nos regalaba para calmar los dolores.

Nuestra es la historia de los aborígenes locales que defendieron sus tierras de la invasión de los extranjeros como ningún pueblo lo hizo en América; nuestros son los nombres gloriosos de Lautaro, Caupolicán y Galvarino que supieron enfrentar con verdadera firmeza y oponiendo sus pechos con absoluta entrega por los suyos a un enemigo desconocido y poderoso como nunca habían visto.

Nuestros son los recuerdos de los olores de los coigues, avellanos, ulmos y copihues que existieron en los cerros de Caramávida, San Ernesto, El Porvenir y tantas montañas de Butamalal y sus alrededores.

Nuestros son los días que nos aglomerabamos en la taquilla del viejo y querido Teatro Municipal para ver las hazañas de Tarzán y las películas de westerns italianos; nuestros eran los cucuruchos de piñones, castañas y maní tostado que vendía “Calulo” y su mamá en la puerta de este mismo teatro y que nos apresurábamos en comprar para lograr la mejor ubicación en sus butacas.

¡Qué tiempos aquellos! Y pensar que todos esos recuerdos son nuestros; nada más que nuestros.

Tal vez las personas más jóvenes tienen otros recuerdos, no me cabe la menor duda; pero es en base a esos recuerdos que se va cimentando el futuro de nuestros hijos porque nuestras vivencias, carencias, sacrificios y perseverancia en alcanzar nuestras metas son las que ponen en nuestro corazón el entusiasmo y la fe , y por lo tanto la esperanza de alcanzar mayores logros y mejores condiciones de vida para nuestros descendientes.

Tal vez en esta oportunidad como nunca encuentro sentido a las angustiadas palabras de mi amigo y escritor Clímaco Hermosilla en el epílogo de su libro “Crónicas” en la página 163 que dice que: “A nadie le gusta que lo que ama muera o desaparezca, y yo veo cómo nuestro mundo, esa comunidad semi-urbana, semi-rural, de tradiciones tan queridas, va desapareciendo, tragada por el ritmo frenético de la vida de nuestros días; olvidada cuando no despreciada por las nuevas generaciones de jóvenes cibernéticos , poco imaginativos, poco creativos, siempre aburridos, siempre hastiados…”

Entonces si recordar nuestro pasado; a nuestros amigos, a nuestros padres por ignorantes que hayan sido, y defender lo que marcó nuestra vida para siempre, y además forma parte del patrimonio característico de nuestra ciudad, es un “comentario añejo”; (como dijo alguien) quiere decir que ya es hora de borrar nuestra ciudad completa y nuestra existencia misma de la vida cotidiana de este país para siempre.

febrero 16, 2007

Saludo

Filed under: Uncategorized — canete @ 1:00 am

yoHola amigos , desde esta nueva e-casa les saludo e invito a compartir momentos de alegrías , también de desesperanzas , pero siempre con la intención de poder , a través de las experiencias de cada uno hacer más llevadera esta vida un tanto azarosa de los tiempos modernos.

Sinceramente espero que nos demos la mano y continuemos la amistad a cómo dé lugar tal y como ha sido hasta ahora.

Un abrazo

Francisco Flores

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